Mientras le digo tu nombre, a mis adentros,
imagino el sonido de tu voz.
Aprieto mis labios y ahogo mi pasión
para no dejarme llevar por sueños.
Me prohibo gritar cuánto te quiero
y mi alma recoge cicatrices de silencios.
Pedro Jesús Cortés Zafra.
Cuando nos falten la Memoria y la Razón, siempre nos quedará
LA IMAGINACIÓN DEL ALMA.
(Reservados todos lo derechos legales de los textos de este blog)
Mientras le digo tu nombre, a mis adentros,
imagino el sonido de tu voz.
Aprieto mis labios y ahogo mi pasión
para no dejarme llevar por sueños.
Me prohibo gritar cuánto te quiero
y mi alma recoge cicatrices de silencios.
Pedro Jesús Cortés Zafra.
Gravita en las fronteras la violencia
y un desamparo de sueños.
Un rosario de muertes, sin sentido
y un desconsuelo frío
que cala los huesos.
Sin piedad a los sin culpas,
sin asilos...
Agónico es el silencio del miedo.
Endémica pobreza de espíritu
sale a recibirlos.
Pedro Jesús Cortés Zafra.
color del mar de mis sueños.
Para tu alma de luz
tristes voces son mis versos.
Y en su danza sinuosa,
que solo el amor detiene,
para hablarle de desvelos
al corazón que tú tienes,
las palabras se acumulan
plenas de sensualidad,
besan la piel de la vida
queriéndote a ti abrazar.
Pedro Jesús Cortés Zafra.
Me horrorizo al ver cómo anda
El mundo en que hoy vivimos
Mas no me horrorizo solo
Pues se horrorizan conmigo
En el corazón y el alma
El joven que fui y el niño
Todo mi ser se subleva
Me escandalizan las muertes
De los inocentes niños
Que están cayendo en la guerra
Que están sufriendo los sirios
Los ataques a una escuela
sobrepasan los abismos
Que no me los justifiquen
Los bárbaros asesinos.
Insondables sentimientos
resuenan en mí.
Sinfonía, de vida, que es
seismo de conflictos.
Con temblor, del alma,
la roja sensualidad
palpita sublime en mi sangre.
Y mi corazón tiene
voces inacabables
Porque tu pelo no llora,
¡sangra mariposas negras!
Y aunque lo niegue tu boca,
encubres tus muchas penas.
Si yo pudiere peinar
tu muy larga cabellera
podría yo así trenzar
con tu pelo, tu tristeza.
Serán dos trenzas bañadas
con perfume de azahares.
Te devolverán la vida
y harán que tus males sanen.
Un día, para mi, glorioso;
yo me miré en tu mirada.
Después mis ojos llorosos
derramaron tristes lágrimas.
Pues vi una flor en tus ojos,
que era la flor del olvido.
Mi corazón hoy quejoso
sigue buscanndo el motivo.
Ahora ocupas mis sueños.
Eres allí, mujer guapa,
quien me lleva con su viento
hasta tu cuerpo y tu cama.
Eres luz que me ilumina
la oscuridad de mi alma.
Y yo quien siembra sonrisas
y te entrego paz y calma.
Mas después, cuando despierto,
veo la horrible realidad,
pues las palabras del sueño
dejaron de ser verdad.
Y bebiéndome mis penas,
por no verte sonreír,
por la sangre de mis venas
va fluyendo mi sufrir.
Y yo que convierto en verso
el sentir que estoy viviendo
con ello solo pretendo
echar mis males de dentro.
En mi destierro de dolor se enciende
con pena tu recuerdo.
En los cauces de mi silencio,
ni presientes cómo invoca
mi cuerpo, que está muriendo,
ni lo que encierra
la necesidad de participarte
mi sentimiento.
Hasta el viento me quema
por el dominio absoluto
del odio en que navega
tu silencio.
Vivo la Impotencia de esta espera
agazapada en mis fuegos.
Su magia anda exhalando
en mis entrañas
algo de fuerza encendida
con ásperos aromas
que me arrebatan el cielo.
Todos mis secretos sometidos
a tu indiferencia voluntaria
los guardo en los rincones de mi alma
dándoles estructura de esperanza
Derrotado por el tiempo,
como un viejo guerrero,
que descansa tristemente
y añora combates fieros.
La memoria me ha vencido,
ya se arruinó mi existencia,
porque se llevó con ella
el botin de los recuerdos.
Me acosan los desrecuerdos,
extiendo al cielo mi mente
atravesando luceros.
Y tiembla en mis adentros
infeliz lágrima tierna,
es centelleante y viva
se formó sentimiento.
No todo ya se ha perdido,
que mi alma sigue soñando
en otros caminos nuevos.
Con la lágrima y mi alma,
quiere mi corazón roto,
fabricarse nuevos versos,
escribir, poquito a poco.
Si la razón no me asiste,
ni la memoria tampoco,
corazón y alma haran
de imaginación mi coto.
A mi esposa que, cuando atravesé malos momentos, supo curarme con su amor.
Depresión psiquiátrica,
de los sueños el gran inquisidor.
Tus caricias anunciándose
a redobles de tambor
Mi cuerpo, frío páramo,
con marcas terrenales de dolor.
Royéndome el alma,
mis brazos resignados
no tienen destino,
soy un perturbado...
Cruz sobre mi piel,
tus ojos me traspasan
arrancan flores frescas...
en la tristeza clavé mi lanza.
Ante estos perros cardos,
me quisiste esclava
con suspiros callados.
Y me morí de sed
de no mirarnos.
En mi alma, traje de buceo
fueron tus labios.
Sobre tus latidos
en pendientes sucesivas,
subió, mi alma,
andando cuesta arriba.
Lamí los desiertos
de mi amargura,
Tu cariño me dió
estabilidad pura.
Una simple mirada de admiración y cariño.
Frente a ella tu cúmulo de soledades. Sonríes.
Imaginas un ardiente comienzo.
La adrenalina inunda tu corteza cerebral.
El pulso cardíaco se acelera.
Decisiones biológicas incontrolables,
sientes como fluye tu sangre...
Es joven, de cuerpo escultural, proporcionada;
inteligente, libre, alegre y bella.
Sus ojos verde olivar y sus rojos labios te cautivan.
Preso de amor, lanzas al aire la imaginación.
Te frena...la razón.
Tanteas el camino. Eres perro viejo
y consigues su amistad.
Te ilusionas y de tus manos salen los más
bellos versos de amor.
Coqueta, sonríe.
Ignora lo que tu alma encierra.
Para esta historia no dispones de ningún final feliz.
Sabes que encontrará a alguien que valga más que tú.
Y que nunca lo va a dejar por ti.
Además... ¡nada hubo entre ella y tú!.
Una punzada distante de soledad y rabia
te devuelve a tu realidad:
¡Tristeza y vejez!...
Pedro Jesús Cortés Zafra.