Porque tu pelo no llora,
¡sangra mariposas negras!
Y aunque lo niegue tu boca,
encubres tus muchas penas.
Si yo pudiere peinar
tu muy larga cabellera
podría yo así trenzar
con tu pelo, tu tristeza.
Serán dos trenzas bañadas
con perfume de azahares.
Te devolverán la vida
y harán que tus males sanen.
Un día, para mi, glorioso;
yo me miré en tu mirada.
Después mis ojos llorosos
derramaron tristes lágrimas.
Pues vi una flor en tus ojos,
que era la flor del olvido.
Mi corazón hoy quejoso
sigue buscanndo el motivo.
Ahora ocupas mis sueños.
Eres allí, mujer guapa,
quien me lleva con su viento
hasta tu cuerpo y tu cama.
Eres luz que me ilumina
la oscuridad de mi alma.
Y yo quien siembra sonrisas
y te entrego paz y calma.
Mas después, cuando despierto,
veo la horrible realidad,
pues las palabras del sueño
dejaron de ser verdad.
Y bebiéndome mis penas,
por no verte sonreír,
por la sangre de mis venas
va fluyendo mi sufrir.
Y yo que convierto en verso
el sentir que estoy viviendo
con ello solo pretendo
echar mis males de dentro.