Cuando la luz y las sombras
se disputan
los espacios de más o menos
horas del crepúsculo.
Cuando las ideas corren
al galope tendido
atropellándose entre ellas.
Cuando el cerebro contiene
sentimientos de tristeza
y se traga la palabra memoria.
Cuando la soledad
se transforma
en necesidad para el alma.
Cuando recurro a la poesía,
para decir mis verdades,
según mi torpe parecer.
Cuando simulo alegría,
mientras mi alma llora
con más fuerza
del destino la lanzada.
Cuando todo es nada
y poco es mucho
y me niego a doblegar
la razón y la memoria
para poder ser útil a los demás.
Cuando vivo y otros
no entienden mi agonía, ni mi lucha,
ni mi orgullo por poder perseverar...
es que vive Don Quijote,
Rocinante no galopa sin jinete.