Raptarán
hasta los sueños
que entonaban las canciones de cuna.
Arrojarán
del viento sus sones
impidiendo recordar canción alguna.
Se esforzarán
en cambiarnos el lenguaje
e imponernos como hemos de expresarnos.
Someterán
suburbios seducidos a su pillaje
sin sociedad civil, solo obreros sin derechos seamos.
Impondrán
sus cadenas como cosa natural, tranquilos.
Recorrerán
lentamente, anulando pasos y cadencias de nuestros hijos.
Prohibirán
con prepotencias de falo amenazante
compartir hasta las miradas al autobús, desde la acera.
Enseñarán
a abonar la hipócrita lujuria
con sodomías y estupros yaciendo en la crueldad del derecho de pernada.
Pesarán
la fatiga del amo, poniendo en la balanza
diezmos de ultraje, mujeres rotas, degradadas.
Reclamarán
muertes de hombres
que no huellen sus días con sangre de obediencia.
Escucharán
sus ofrendas a demonios
viniendo en oleaje desde lejos.
Hundirán
barcos sólidos, seguros,
de honradeces, padeciendo en sus entrañas.
Cercenarán
toda igualdad humana,
provocando temblores en los filos de las carnes.
Tapiarán
el saber, cercando pieles
con cerrojos prolijos de gusanos ineludibles en los rostros.
Coserán
con látigos de asombro
color gris infamante la furia de los viajeros.
Aguardarán
nuestras espaldas desolladas,
leyes de garrotes en mutiladas noches de machetes.
Encarcelarán
en estrictas cárceles nuestros pies,
donde seremos olvidados y nuestro nombre convertido en murmullo de pueblo.
Pero al fin, muy al fin, llegarán
tiempos que reclamen movimiento hasta en las tumbas,
y el cansancio de hoscas lunas, destapará arrebujadas libertades.
Esperemos que la cultura impida su llegada.
Cerralba 22 septiembre 2012. Autor Pedro Jesús Cortés Zafra.