Cicatriz que siempre duele,
horrible arteria incontenible,
sea siempre mi espíritu
para que mi esperanza vuele.
Mi empeño es liberarlo de tu peso.
Mi alma, como el mar, contiene vida.
También, como el mar, dolor provoca
Y, como el mar, a veces, pudre y equivoca.
Me empobrecí, entender abruma, sofoca.
Quería ser espuma contra la fuerza de la roca.
Pensaba ser en la tarde de mi vida, corazón fiero
de ritmo desigual,... enorme mar.
Pasé la vida perdonando: ¡Piedad!,
piedad, piedad, siempre enredando.
Vulgaridad me acosa y una cólera sin nombre
me fatiga, la misión de rosa me apena.
Me falta el aire, me envenena.
Me veo pequeño, miserable, y el dolor
me vence todo sueño...
Oh, mar, quiero tu inefable empeño
y tornarme soberbio, inalcanzable,
como tu sal, tu yodo y tu fiereza en la tempestad.
Y hacer sentir la cólera tremenda
como siente la barca, en tus olas prisionera,
Oh, enojo, sólo soy un abrojo,
¡sucumbo en mi pobreza!.