Encallaron, y mucho, sus crepúsculos
No hubo pasión, sí daga, sí su llanto.
Frazada del jinete en la montura.
Fría por la soledad y el espanto.
Que quedaron eclipses sin abrirse.
Su corazón con los bordes sangrantes.
Quedó tristeza y ojos desdichados.
Con sellos esenciales y... adelante.
Ya, la blandura, emerge de su quilla.
Va mirando la sombra de un suspiro.
Con memorias largas de su mantilla.
Tiempo al tiempo... y arrecifes de olvido.
Regalando instantes apocalípticos.
Quedó la sal quebrada tras su puerta.
Se juntaron rompientes hacheantes.
Convexas fatigas en noche abierta.