Maldicientes de la nada.
Reyes, de luces divinas,
unos minutos u horas
de primaveras huidas.
Intención de poca cosa,
dice el viejo que es el tiempo.
La inactividad ociosa
es su cloaca y lamento.
Es sonrisa de la envidia
de otros tiempos de belleza.
De su mal alegre vida,
su presente, es pura lengua.
Su mediodía es tragedia,
que no tiene sol radiante,
de soledad angustiosa,
temerosa y vacilante.
La inhabilitada sombra,
que le hace compañía,
es quien escucha el relato
de sus sueños de otros días.
De su corazón, la dicha,
huyó en las noches de amor
de aquella “perfecta vida”
que pasó a tiempo anterior.
Autor: Pedro Jesús Cortés Zafra.