Situado en la certeza
que da el estar en el fondo del tiempo.
Donde los senos de la luna
aullaron a los almendros.
En las noches de magia.
En el preciso instante que llevamos
en cabestrillo los brazos del alma.
Cuando la edad de la alegría
ardió en fogatas de angustia,
regadas con elixir de almendras.
Herido fatalmente en las palabras
de mi lengua.
Pensando en el idioma de los pájaros
mis verdes asperezas,
de ortigas,
que forman mis absurdos pecados
que han sido por negros lobos
condenados.
Condenado a la vida
en los flancos de septiembre.
Gestadas mis semillas,
con mis racimos yermos
cubiertos de densas telarañas
busco yo mis recuerdos
y solo hallo misterios.
Autor: Pedro Jesús Cortés Zafra.