Quiso el cielo que las altas
soledades de truenos se reunan,
para alcanzar antología
de agrestes aguas oscuras.
Que estallaron en rotundos
arbotantes de frescura,
que erizaban, de caminos
y de puentes, nervaduras.
Obedeciendo el oxígeno
su destino de espuma,
alzando su vigor
contra la arquitectura.
Sus orillas fueron reflejos
de la nada en noche oscura.
Su voluntad, en la distancia,
cogió fuerzas de piedra dura.
Jauría de oleaje derrotando,
aliento de asedio, la hermosura.
Estalló el fondo profundo,
surgieron abismos sin mesura.
Desnudos silabarios de arcilla
licuados en río sin cordura.
Alba ordenando a su albedrío
poniendo contrafrenos de locura.