Si no hay un cambio profundo en la mira política, con verdaderos políticos que trabajen por el pueblo, con una bastante más amplia participación ciudadana, todo lo demás será imposible de arreglar.
Me da la impresión de que este país está perpetuando la crisis y endeudando, no sólo a nosotros, sino a las generaciones venideras, y da la sensación de que esa perpetuación es fruto de una alianza entre las tres oligarquías, que a mi torpe juicio padecemos y que son: la política, la económico-financiera y la judicial. Alianza hecha para mirar solo por los intereses de ellos mismos.
Es urgente la participación real de todos y todas en la vida política. La dictadura nos dejó en herencia una frase que hay que demonizar y desterrar, porque bastantes problemas nos ha traido ya. La frase es: “Yo de política, ni sé, ni quiero saber”. Es el caldo de cultivo perfecto para que los corruptos (que, ni mucho menos, son todos los políticos) campen a sus anchas. Si damos la espalda a quienes nos representan, ellos se olvidan de que existimos. Debemos ser su vigilante contínuo, participando.
Las cuatro administraciones que tenemos, (que yo sepa): gobierno central, autonomías, entidades provinciales y ayuntamientos son barquitos que hacen agua por los cuatro costados y sus economías dejan mucho que desear. ¿Sería demasiado pedir una remodelación del modelo de estado y todas sus administraciones, sometiendo la nueva estructura a Referendum?. Para muchas gentes, sí, es pedir demasiado, pero... ¿podemos seguir el camino emprendido?. Si la respuesta es no, lo más efectivo es que las actuales cortes abran en la sociedad un debate de ideas, del cual salga la propuesta de futuro. ¿O dejamos que empeore y después venga un “vengaor” del pueblo, de los que al final se quedan con “to”?. Lo que es inviable hay que buscarle nuevas vías con imaginación y valor. Y sobre todo con más democracia. Los organismos de control parecen estar, hasta ahora al servicio de los poderes, frente a los ciudadanos y no para defender al ciudadano frente al nepotismo y la corruptela de parte del poder.
En los Pactos de la Moncloa, del siglo pasado, se suprimieron coches oficiales, ¿es ahora la situación mejor y por eso no se repite la medida?
Mientras que los partidos pongan a los futuros/as cargos electos en una lista, tendrán el ojo en quien lo puso en la lista, no en el pueblo. Y parece que eso no lo entienden las bases de los partidos.
El poder judicial, goza de una independencia... (Tal vez la tengan, pero yo no la veo).
La guasa bancaria, es otra, que más bien baila... decenas de miles de millones, en lugar de cerrar la entidad que no funcione. ¡Qué me lo expliquen!. ¿Porqué la urgencia de dar dinero del FROB, vamos, de todos nosotros, a las entidades financieras.? No podían esperar a los fondos de Europa. ¿Para que Europa no meta las narices en sus libros de cuentas?. Quizás sea yo muy mal pensado, pero es que...
Miles de jóvenes emigran, son talentos que hemos formado, costeando sus estudios en nuestras universidades y ahora dejamos que vayan a producir a otro sitio, no por gusto, sino por nuestra incapacidad para dar cabida a sus destrezas, su talento y su creativdad. ¿No se dan cuenta de que esto generará más pobreza?.¿Hasta cuándo?.
Cierto que hace falta más control y más rigor en el gasto público. Pero... ¿Se sale sólo con recortes sociales y subidas de iva? ¿No será la crisis una excusa para desmantelar una clase media que jamás gustó a los “pudientes”?.
La distribución de riquezas en España va cada día con un aumento de la brecha entre pobres y ricos, alarmante. ¿Eso no importa?. ¿Queremos un país sin clase media?
Dicen que se rompe España si se independizan algunos trozos y se forma una federación. En la propuesta de Pi y Margall, España estaría con seis pedazos, coordinados (federados) en el estado español. ¿Es esto más caro que 17 comunidades? (son 17 pedazos, se llamen como se llamen). ¿No habrá más transparencia con menos a vigilar?.
Aquí la siesta la duerme quien no tiene curro o el jubilado de turno, que ganas de trabajar y capacidad para ello nos sobran. Pero hace falta una reformita, tan grande como la que quiere mi mujer que yo le haga a mi casa.