La vida incendiando tus pasos
En días de guijarros y silencios
Él se marchó, cristales ebrios,
Sobre soles complicados
Distancias, deshilando,
Que se llevaron su cuerpo.
Y en una alborada de ceniza...
El seno azul, de las lejanías,
Alumbró tus ocasos
Con días lentos..., de amor...
Pero de humo amargo.
Clavándote las uñas,
La sierra, claveleando
Horizontes de recuerdos.
Hundiendo sus dientes,
En tus venas, destilando
Todo un mosto de relámpagos.
La noche levantó
En el viento las tinieblas
Y ese campo, enrojecido,
Se fue invadiendo de olvidos
Para poder soportarlo.
Y así, indefensos y solos
Desafiasteis los veranos
Con un fulgor desatado
Socavando vuestras almas
Y el vuelo de tus tres pájaros.
Mutilando sueños incesantes
De lágrimas ensangrentados.
Pero tu ternura fue: hoguera de amor,
Rompiendo las tinieblas
De otoño silenciado.
Tu cuerpo, con alma de cicatrices,
Pudo hacer , al fin, con todo
Un racimo de milagros.
Autor Pedro Jesús Cortés Zafra.