Corcel de corazón negro.
Huella de estampida helada.
Cuesta, latidos, farol...
Tempestad de herrumbre mala.
Tienes el alma humeante
De arrebatar con tus fuegos
Las inocencias perdidas
Que olvidaste con tus juegos.
Son en ti nieves perdidas
En la acidez de tu olvido
Terriblemente traídas
Dejando sólo el vacío.
Ráfagas de cruel resaca
Furia de lágrima herida
Que de los ojos tú arrancas
Ira en forma de ventisca.
Rondas de besos y amor
Que desprecias, buen amigo,
Despedida de oro oscuro
Con tus días por testigo.
Lámpara, en taberna, rota.
Dolor de cristal al sol.
Mente perdida y partida
Que horadaste en socavón.
Tus manos son fría luz.
Tus besos son noche oscura.
Son labios de oscura cruz
Que pronto olvidar procuras.
Ojos que en la luz corrían
Mal recuerdo y peor acierto.
De sílabas bien discretas
Buscando un resquicio abierto.
Salmos ciegos por amor
Amor que grita de gozo
Hasta comprobar su error
En tu cielo vergonzoso.
Mente fría para el llanto
Limbo de rostros cruzados
Que en tus largas avenidas
Se te convierten harapos.
Autor: Pedro Jesús Cortés Zafra.