Amor, el día estaba gozoso y con su luz preciosa.
Cuando tú te fuiste cantó, en mí, la amargura.
Luego, puerta cerrada sobre mi alma candorosa.
Tu falta fue una mancha de oscuridad y negrura.
Todo quedó falto de tus ojos brillantes.
Faltaban en mis besos tus labios de ternura.
Sin descanso en mi cama, mi cuerpo delirante.
Extrañé tu descaro y tu alegre figura.
¡No río, pues no ríes. Ni canto, pues no cantas!
Me desvela el anhelo de tenerte en mis faldas.
¡Hoy carezco en mi alma de suave fragancia!
Y tiemblo cuando pienso que quizás no vuelvas.
Y maldigo el instante que de mí te alejaste.
Que marchitó mi vida tu alma aventurera.