Rugiendo, el río, en abismos de muerte.
La luna, filos de puñales colgaba.
La entraña del silencio se estremece,
con el llanto amordazado de las aguas.
Tibios despojos en aguas arrebujadas
desfilan con fragancias extraviadas.
El río, ceremonia de ramajes y piedras.
Bajo el cielo, huertas agonizaban.
Restallando, látigos rebeldes, en la mañana,
Tormenta despiadada, a la grupa cabalgaba.
Insomnio de veletas muerde el alba,
sin descanso, sembrando de terror, calle erizada.