Recorre el aire el llanto, de una guitarra,
rojo como el chocar de palmas.
Y una voz roja, rompe en lamento.
Roja sangre, en la roja garganta,
canta, a vida o muerte,
poniendo el alma.
Soledad, ¡qué pena tienes!
¡Con qué penita tú cantas!
Tu voz..., primero es tierra, luego humo,
después sombra y queda en nada.
Rodeada por las ruedas
de recuerdos que te aplastan.