Tu labio alegre bendice crecientes desde tu ruina. Una rosa blanca tiembla. Se alza sobre la fría espina y besa con su aroma las torres nuevas. Tú la mirabas con encanto y un dejo de amargura. Con nuevos remos plantas cara. Un mar de belleza pones a solas en las cosas. Con nuevas manos aprendes desde la pobreza. Sonríes y empiezas creciente caricia. El llanto que te gritaba sirvió para que desde tu silencio brotaran nuevas palabras de aliento. Todo frío, toda tristeza, termina. Te miras. Sabes que sufrirás. Pero la esperanza es certera. Quizás nunca más seas plenamente feliz. Pero mirarás la preciosa rosa sobre tu espina.