Ojos de clara insistencia
soñando besos amantes.
Seguridad, de apariencia,
mostrada en rojo semblante.
Con la color variable
junto a la puerta de pie,
el mozo espera a la niña
para que salga con él.
Los padres de la muchacha
estudian cada detalle
de este joven que ha venido
para acompañarla al baile.
Se saludan cortésmente
¡buenas noches! ¡buenas noches!
Dos palabras solamente
¡Que el nerviosismo no noten!
Por fin salió la chiquilla
¡¡Qué rebonita que estaba!!
Tan solo dijo: “¿nos vamos?”
con la sonrisa en la cara.
Subieron la cuesta arriba
saltarines cual jilgueros.
Habló al final de la cuesta
para decirle: “¡Te quiero!”
Y ella volvió a azorarse,
se paró y le preguntó:
“Y... ¿que te ha dicho mi padre?”
“Buenas noches”, contestó.
-Y... ¿qué le dijiste tú?
- Pues “buenas noches”, también.
-Lo que yo quiero saber,
es lo que hablasteis después.
Después él no dijo nada
ni yo tampoco le hablé
Él y tu madre miraban,
yo tan solo te esperé.
¡¡Vaya si tienes tú cara!!,
¿no ibas a hablar con él?
Y le dije buenas noches
¿eso no es hablar o qué?
Se cogieron de la mano,
al cine se encaminaron,
que la penumbra es muy buena
y allí, por fin se besaron.
Autor: Pedro Jesús Cortés Zafra.