Pupilas quebrantadas, calladas,
próximas al alivio de la oscura
advertencia de la nada.
A través de la ventana, paseaban
por el viento,que gime,
allá donde el cansancio terminaba.
Con la seguridad que hallan las pieles,
cuando anda su alma extraviada.
Rito inicial de pueblos, puntapié,
que se da a la vida, que es la nada
fuera de la inocencia, ya pasada.
Observando pistas tenebrosas,
que en instantes serán cual hienas,
luchando con la muerte perezosa.
Atrás, detalles de codicias y de penas.
Pendiente, mínima sombra de relámpago,
amotinando estertores de la espera.