En los desfiladeros de los desamparos
que nos causan nuestros gobiernos,
como soldados enfrentamos, en esta tierra-señuelo,
sombras de distantes aullidos de losbos, latiendo
el suelo y el aire abriendo,
a contramarcha del destino; cumpliendo
pena salvaje por las impericias que van cometiendo.
A contramáscara, nuestras entrañas de angustia rugiendo.
Con paso urgente van orfandades y miserias a contracielo.
Un ritmo de venganza, restringe de las palomas su vuelo.
Con fragor de metralla, feroces inventarios,
convierten en fusil de derrota avaricias contundentes,
hendidura letal, agonía palmo a palmo, a diario,
con el mundo por bandolera, los imprudentes,
van sembrando rotundos desconciertos financieros.
Recortes de sanidad que roban vidas, imponiendo.
Un rictus sorprendido de asombro traerá este invierno.