27 agosto 2012
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A mi queridísima esposa, en el día de nuestro
40 aniversario de bodas.
¡¡Qué amanecer más dulce!!
Te derramas en mi sueño
como un ángel de vidrio, transparente.
Historia de caricias y besos,
bajo cielo de luceros refulgentes.
Me daba luz y fuerza tu mirada,
¡¡Condúceme hacia ella!! gritó mi alma.
Mi llanto en sombra contigo se calmaba,
La luna desde el cielo, ponía su calma.
Mis sueños huelen a tomillo y a romero,
y es tu cuerpo, blando marfil de sueños.
Sueños que inundan tus sábanas,
de alabanzas y de besos,
sueños vivos,
que desnudan al viento.
Un inolvidable abismo
fue la esquina de mi sueño.
Y el árbol de mis impulsos
dejó mi traje vacío.
Que al bajar yo a tu cuerpo,
quedó la luna enredada,
en tu corazón y el mío.