En los rizos de tu pelo
va mi corazón volando.
Y en esos ojos tan bellos,
que de color van cambiando
según sean los destellos
de la luz que les va dando,
se concentran los deseos
que contigo voy soñando.
Me apena ver la distancia
que entre nosotros existe,
y mi falta de constancia
en hacer que no estés triste.
Tú que fuiste luz y vida,
y a mi corazón le diste
mil motivos de alegría,
no sé cuándo te perdiste...
tal vez fue por culpa mía
que de mi vida saliste
dejándome a mí esta herida
tanto como me quisiste.
Aun no es tarde, vida mía,
para retomar caminos;
sé que volveré algún día
a brindar con nuevos vinos
por nuestro amor y alegría...
Así lo quiso el destino.
Tus ojos verde aceituna,
y los rizos de tu pelo
serán siempre la fortuna
que jamás quitará el tiempo.
Pedro Jesús Cortés Zafra.