Yo siempre retendré
en memoria del alma,
esa dulce mirada
que me robó la calma.
Ese rostro tan bello,
que me miró a los ojos,
me hizo temblar por dentro;
me produjo sonrojo...
Será el dulce recuerdo
de un ocaso feliz.
No importa si ya muero
porque te conocí.
Compartí tu alegría,
tus risas y locuras,
inquietudes de vida
y la ilusión más pura.
Sé que serás feliz,
porque te lo mereces.
Acuérdate de mí,
aunque solo sea a veces.
Gracias por existir,
ojitos color miel,
y sin ser para mi,
yo siempre te querré.
Pedro Jesús Cortés Zafra