Los pobres y tristes álamos
que tranquilos a la orilla
ponen el blanco en el río
junto a humildes florecillas,
dan sombra y gracia al mirar.
Lejana el agua del alba
que regara con su aura
de marzo frío y en calma.
A lo lejos los almendros
cargados de flores nuevas
blanqueando manso paisaje
bajan de la sierra aquella.
Después la noche es cantar.
Cantar bajo el negro velo
que oculta azules arroyos
luciendo claros luceros.
Un gitano en las cenizas,
de lumbre del día anterior,
enciende ya nueva llama
soñando un mundo mejor.