Desde el fondo de su despacho un hombre,
finge y oculta su triste corrupción.
En vano esconde a su conciencia el don
de enfrentarlo con perversión y sobres.
.
El miedo a la justicia le cohíbe
y en tanto afán de arrejuntar dinero
se olvida de lo que ha de ser primero,
que es ser feliz, más “el pobre” no vive
.
y se angustia con plegarias al cielo
esperando de su dios penitencia
que no incluya cárcel ni devolverlo.
,
Sin importar el hambre y la miseria
que su quehacer produzca en el obrero
es fiel a procesiones y a la iglesia.