Un anciano que vive en el monte
donde nace el arroyo del pueblo,
el que va sin camisa en verano
y se pone pelliza en invierno,
el que tiene gastada su azada
de labrar entre los brotes tiernos,
mientras echa la leña a la lumbre
se acompaña de viejos recuerdos.
Y revive una noche lejana,
de tormentas con truenos y vientos,
que, al amor de sus gentes, cantara
villancicos a aquel Nacimiento.
Está solo viviendo en su monte
que los hijos se fueron bien lejos.
Pero escucha la voz de su madre,
(no la olvida a pesar de los tiempos)
y en su alma una estrella renace
reviviendo tan gratos recuerdos:
“Madre en la puerta hay un Niño
más hermoso que el sol bello,
preciso es que tenga frío
porque viene medio encuero...”